lunes, 28 de diciembre de 2009

LOS HÉROES DE EL CANEY

Amanecía el 1 de julio de 1898 cuando fuerzas del ejército de los Estados Unidos tomó posiciones frente a la plaza de El Caney, en la isla de Cuba. Uno más de los capítulos de una guerra, que el gobierno estadounidense vio conveniente iniciar, para lo quería hacer pasar como la liberación de un país amigo, de las manos de un imperio opresor. El resultado fue la “independencia” de Cuba y la pérdida de Puerto Rico, Filipinas y Guan y convertir a los Estados Unidos en una potencia colonial. Durante esa jornada, 549 soldados españoles resistieron durante casi 10 horas el ataque de 6.899 soldados norteamericanos. Los españoles no contaban con artillería, ni con ametralladoras, armamento del que si disponían los americanos. Perdieron la vida o cayeron heridos un total de 235 españoles, incluidos el general Vara del Rey y sus dos hijos. Entre los norteamericanos, murieron 81 hombres y fueron heridos 360.

"¡Después de esto, ni una palabra más se escuchaba en el campo americano sobre la cuestión de la inferioridad de la raza española! Y esta lucha de El Caney ¿no aparecerá siempre ante todo el mundo como uno de los ejemplos más hermosos del valor humano y de la abnegación militar? Quién haya tomado parte en ella no es digno de una honorífica recompensa? ¡Contemplad ese pueblo! Las casas están arruinadas por las granadas, las calles cubiertas de muertos y heridos. El general Vara de Rey está allá, muerto; sus ayudantes al laso suyo, muertos; en derredor multitud de oficiales y solados. Todos han llenado su deber, desde el primero hasta el último. ¡Dichoso el país que es tan querido de sus hijos! ¡Dichosos los héroes que han sucumbido en un combate tan glorioso! ¡Con su sangre han escrito en la historia el nombre de El Caney, como uno de los más brillantes episodios guerreros, y con letras de oro deben inscribirse también en las banderas de las tropas que allí combatieron!".
Capitán Wester. Agregado militar de las embajadas de Suecia y Noruega en Washington. Testigo del combate.

¡Ah! Sobre lo de liberar Cuba: El Caney está a unos 66 km de Guantánamo. Irónico.

ALGO MÁS QUE UN BARRIO

Me llaman Manolita y tengo diecisiete años. Trabajo como costurera en un taller que no está lejos de aquí. Finalmente, esta mañana, Madrid se ha levantado en contra de las tropas francesas. Nadie pensaba empezar una guerra que sabíamos que nunca podríamos ganar. Solo queríamos recuperar el respeto que se nos negaba. Los vecinos nos echamos a la calle armados con lo que buenamente teníamos a mano; tanto hombres como mujeres, buscando a quienes nos quisieran liderar. Y entre ellos, mi padre, que dejó la fragua para acabar arrimando el hombro, junto a unos militares, en la defensa del parque de Monteleón. Tras de él salí yo, a pesar de su enfado, aunque fuera para traerle municiones y dar ánimo a los que iban cayendo heridos.
Cuando los gabachos nos hubieron ganado la mano, volví para casa, sorteando los cuerpos de los caídos durante la jornada. Entre ellos descubrí el de mi padre. ¿Cómo iba a decírselo a Madre? Abstraída por el horror, no me di cuenta de que había sido descubierta por una patrulla francesa. ¡Malos hombres! A empujones me arrastraron hasta un callejón. No se saldrían con la suya. Del mandil saqué las tijeras de mi oficio. Ellos perdieron el interés por mi cuerpo y lo tomaron por sus vidas. Finalmente, de un arcabuzazo segaron la mía.